Seleccionar página

Después de un año de la aparición de la pandemia y sus consecuencias medioambientales, tanto positivas como negativas, podemos hacer balance de lo que hemos aprendido de esta situación y cómo utilizarlo para mejorar nuestra calidad de vida.

En primer lugar, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) han bajado drásticamente. Los datos son contundentes.

Earth Observatory NASA
European Space Agency

Sin embargo, ¿esta reducción es definitiva y transformadora? Evidentemente, no. Es lo que algunas fuentes denominan un respiro histórico. Es un impacto muy positivo, pero para nada implica un cambio a medio o largo plazo, ya que esta bajada se debe a la crisis económica y social que estamos sufriendo.

Este es uno de los principales aprendizajes a nivel ambiental: la economía y la calidad del medio ambiente están relacionados.

Está genial ser consciente de ello, pero hace falta implementar estrategias como las que muchas ciudades han aplicado al verse prácticamente vacías. Milán, Viena, Wellington, Boston o Barcelona son solo algunas de las que han aprovechado la situación para reconfigurarse. Han ensanchado sus calles, han reducido sus calzadas, han peatonalizado el centro, han transformado sus espacios para incluir otras formas de moverse como las bicicletas, los peatones o el transporte público.

Una táctica estrella para las ciudades: la movilidad sostenible y la peatonalización.

La covid-19 también nos ha mostrado una realidad que ya era más que palpable: la dependencia de nuestras industrias con el material plástico. La venta de mascarillas, guantes, batas, desinfectantes embotellados, comida para llevar y un larguísimo etcétera solo nos muestra lo que ya estaba claro. En momentos de urgencia, nuestras industrias adolecen aún de una mirada barata y simplista. Muchos activistas que se ocupan de limpiar las playas, como Menor Plastic, encuentran que las mascarillas son el residuo estrella actual. La siguiente reflexión es que aún no hay suficientes alternativas industriales, ni demasiada mentalidad verde en la producción y el consumo.


Antes hablábamos del aire, pero también ha mejorado la situación de las plantas, los animales y en general la situación de la biodiversidad (aunque esto también sea temporal). Al bajar la contaminación en las aguas o incluso la contaminación acústica, vimos en redes sociales algún delfín, aves por todas partes o un jabalí en plena ciudad. Aprovechemos este acercamiento que hizo la naturaleza hacia la ciudad para generar estrategias de protección de la biodiversidad. No solo por responsabilidad y empatía, sino por prevención de más enfermedades de transmisión animal (zoonosis). La pérdida de biodiversidad supone un aumento de este tipo de enfermedades, que ya suponen un 70% en el mundo.


Toma nota: el cuidado de la naturaleza es una inversión. Es la mejor vacuna.

No podemos seguir charlando de lo ecológico sin hablar de lo social. ¿Por qué se oye hablar mucho de lo ecosocial? ¿Por qué se han mezclado ambos términos? La respuesta es bien sencilla: siempre lo estuvieron.
La crisis social y económica que tenemos a la vuelta de la esquina no afecta por igual a todos los grupos socioeconómicos. Las personas más vulnerables tienen más probabilidad de vivir hacinados en viviendas de peor calidad, de trabajar en sectores donde el trabajo desde casa no es una opción, de tener que coger varias combinaciones de transporte público todos los días, de tener trabajos en contacto con el cliente o de cara al público… Y todo esto sin mencionar lo complejo que les podría resultar quedarse en sus casas estando enfermos por la inestabilidad económica y laboral que les supondría.


Por otro lado, las empresas están sufriendo mucho. Por un lado, están cerrando multitud de PYMES, al encontrarse ausentes de políticas que las protejan. Por otro lado, las potencias mundiales están desesperadas por recuperar su anterior nivel económico. Cuidado con esto. No queramos recuperar la economía a costa de todo lo demás. Que la sostenibilidad no sea un “cuando se pueda”.


Por último, ¿qué ocurre con la ciudadanía? El pesimismo y el cansancio crónico que soportamos es terrible. Sin embargo, las ganas de querer volver a nuestra ansiada normalidad podrían nublarnos el juicio. ¿A qué normalidad queremos volver? ¿Ha empeorado nuestra mentalidad en cuestiones de medio ambiente debido a esta pandemia? Es pronto para saberlo. La palabra clave de esta pandemia debería ser interdependencia, pues como dijo la epidemióloga Christine Johnson: “Será la naturaleza la que determine cuánto tiempo podremos coexistir”.


Aquí dejamos algunos artículos científicos para quien quiera profundizar en el asunto:

Héctor Molero Lombarte

Imagen de cabecera: Anton Maksimov juvnsky, Unsplash.