Una vez que hayas identificado el tiempo del que realmente dispones (ver entrada anterior), puedes empezar a plantearte qué puedes hacer para sacarle más provecho mediante la organización de un horario de estudio. Para eso es muy importante planificar en base a un objetivo (en este caso, nuestra meta sería conseguir unos resultados académicos satisfactorios, pero estos objetivos pueden variar dependiendo de la persona y la situación, evidentemente).
Planificación personal: pautas generales
La planificación es un proceso que puede ayudarte a centrar tus ideas y a decidir qué pasos debes realizar para conseguir unos ciertos objetivos en un período de tiempo determinado. Para planificar tu tiempo de estudio es importante tener en cuenta diversas consideraciones:
1. Identificar cuáles son los objetivos que quieres conseguir (aprobar determinada asignatura, tener hecho el TFM para la convocatoria de junio, etc.) y qué tareas o pasos debes llevar a cabo para conseguirlos.
2. Priorizar las tareas de forma efectiva.
3. Dejar claras las fechas límite de tus objetivos. Realizar un horario en base a ello.
4. Usar listas y tablas.
5. Ser flexible y realista en tu planificación.
6. Revisar periódicamente la planificación personal.
1. Ten claros tus objetivos
En el caso de un plan de estudios, el objetivo debe ser claro: superar ciertas asignaturas. Pero ese objetivo siempre debe ser realista y adecuado a nuestras circunstancias particulares. Por ejemplo, en el caso de que trabajemos y estudiemos al mismo tiempo, debemos plantearnos si realmente tenemos posibilidades de aprobar todas las asignaturas en junio o es más conveniente dejar algunas para septiembre, dado que en verano tendremos más tiempo libre para estudiar. Porque es básico que el objetivo que nos pongamos no sea tan complicado e inalcanzable que nos desmoralice, nos agobiemos y lo abandonemos todo a mitad de camino. Por tanto es preferible ir poco a poco pero con la seguridad de que podremos con ello, que intentar abarcar demasiado y estresarnos.
También es importante definir y planificar los pasos y las tareas que debes hacer para conseguir tus objetivos. Por ejemplo: tienes un examen teórico en junio sobre lingüística general, por tanto, piensa cuidadosamente qué pasos debes realizar para estudiar esta materia y este tipo de examen de manera efectiva: Leer, subrayar, esquematizar, memorizar… Plantéate si harás resúmenes o harás esquemas, ambas cosas o ninguna. Todo eso conviene tenerlo muy claro en cada asignatura a la cual nos enfrentamos.
Asimismo es conveniente dividir las tareas largas y pesadas en partes más pequeñas, de manera que no sean tan difíciles de realizar. ¿Nuestra asignatura de lingüística general tiene un manual de 12 temas de más de 50 páginas cada uno? Ningún problema: dividimos los temas en secciones más breves para que sean más asequibles.
2. Prioriza las tareas
Para que tu tiempo de estudio sea realmente eficiente, es conveniente que identifiques qué tareas son realmente importantes y urgentes y que focalices tus esfuerzos en ellas. Para esto muchas veces es muy práctico hacer una lista con las cosas que tienes que hacer y clasificarlas en orden de importancia. Después intenta dedicar el mayor tiempo posible a las tareas fundamentales. De lo contrario, corres el riesgo de concentrarte en aquellas tareas que puede ser que te resulten más fáciles o placenteras, pero que no son tan importantes, y que después te falte tiempo para aquellas que son realmente imprescindibles.
3. Planifica el tiempo: establece un horario
Una vez hecho esto, organiza los pasos y tareas en orden cronológico y coloca la fecha en que empezarás y acabarás cada tarea, planificando de manera realista el tiempo de dedicación que necesita cada tarea.
A partir de esto, hazte un horario semanal de estudio. Para hacerte tu propio horario de trabajo, es recomendable seguir estas pautas:
– Ser regular y constante: Se recomienda organizar los horarios de manera más o menos fija, y dibujar un plan semanal que se pueda ir repitiendo. Si por algún motivo alguna semana sucede algo imprevisible, se debe ajustar el plan semana a semana. También es preferible una hora al día de estudio que un fin de semana entero de cada tres. Ir trabajando poco a poco permite abordar con calma los contenidos, interiorizar la planificación del curso, y sacar provecho de las horas invertidas y del aprendizaje.
– Fijar en primer lugar en el horario aquellas actividades que no puedes mover, es decir, aquellas actividades fijas que no puedes controlar: trabajo, cursos de idiomas, tiempo de trayectos, etc. A partir del tiempo que te quede libre, deberás organizar tu tiempo de estudio.
– Buscar aquellos momentos en los que tu mente es más productiva. Algunas personas tienen un ritmo vital matutino mientras que otras se sienten más enérgicas por la tarde o por la noche. Siempre que sea posible – ya que muchas veces nuestro estilo de vida nos lo impide – adecuaremos nuestro horario de estudio a nuestro biorritmo.
– Deja también momentos del día para organizar la agenda, y planifica siempre teniendo en cuenta un cierto porcentaje de tiempo para imprevistos y retrasos. Las planificaciones iniciales suelen ser siempre muy optimistas.
– Es especialmente importante el descanso. Deja espacios de la semana para el ocio y el descanso. Tu mente debe reposar y reponerse si realmente quieres tener un estudio productivo. Intenta dormir todo lo que necesitas, especialmente en época de exámenes.
4. Usar listas y tablas: simple pero efectivo
Una lista de cosas para hacer es una parte esencial de la planificación ya que te ayuda a concretar qué tienes o no tienes que hacer y, por tanto, de qué manera debes organizar tu tiempo para hacer aquello que tienes en lista. Las listas son muy prácticas ya que muchas veces el simple hecho de escribir de manera explícita lo que debemos hacer nos ayuda a aclarar nuestra mente y a ser conscientes de nuestras necesidades.
La manera de hacer tus listas, como buena parte de la organización de tareas, es una cosa personal: puedes optar por agendas o cuadernos de papel o por las múltiples aplicaciones móviles que existen para ello. Pero para que sean realmente efectivas es importante que clasifiques o marques las tareas por orden de importancia o urgencia; y sobre todo que las mantengas actualizadas, tachando todo aquello que ya hayamos hecho e incorporando las nuevas tareas que nos vayan surgiendo.
5. Sé realista y flexible
La vida requiere atender muchas obligaciones, algunas de ellas imprevisibles. A la hora de programar tu tiempo de estudio debes tener en cuenta que no siempre te será posible seguir de manera estricta tu planificación. Además, tendemos a subestimar el tiempo que tardaremos en completar una tarea, así que – como hemos indicado anteriormente – deja ciertos periodos de tiempo para retrasos e imprevistos.
También es importante aprender de tus errores de planificación y si ves que una semana no has acabado las tareas que tenías previstas no porque no hayas cumplido con tu horario de estudio sino porque has intentado abarcar demasiado, sé más realista con los tiempos y las tareas que estableces para la semana próxima. Por tanto, planifica con antelación, de manera que puedas rectificar en caso de que surja algún imprevisto. En la planificación a largo plazo está la clave.
6. Revisa tu planificación de manera habitual
Registra tu progreso en tu plan de estudio y reflexiona sobre él. Anota lo que haces, lo que ya has hecho y lo que te queda por hacer: eso hace que tu programación sea lo más realista y concreta posible. Piensa sobre sus aciertos y errores y si necesitas rectificarla. Replanificar cuando sea necesario para adecuar la planificación original a las nuevas situaciones es algo que deberemos ir haciendo constantemente, y nos ayudará a optimizar nuestro rendimiento.
Mirella García Lucas
Fuentes:
CANO GARCÍA, E.; RUBIO CARBÓ, A.; SERRAT ANTOLÍ, N. Organizarse mejor. Habilidades, estrategias y hábitos de estudio. Barcelona: Editorial Graó, 2010.
University of Kent. How to manage your time effectively: https://www.kent.ac.uk/careers/sk/time.htm#Organising