El hambre sigue siendo una asignatura pendiente, sin embargo, en el mundo se producen alimentos más que suficientes: cada año más de una tercera parte de los alimentos producidos se pierde o se desperdicia. Recuperar tan sólo la mitad de esa cantidad podría bastar para alimentar al planeta.
Además de los efectos sociales y económicos, este despilfarro produce graves efectos ambientales. Según las estimaciones de la FAO, en la producción de los alimentos que finalmente no se consumen, se desperdician 250 km3 de agua, se desprende una gran cantidad de CO2 a la atmósfera (3.300 millones de toneladas de gases de efecto invernadero) y se sobreexplota el 28% por ciento de la superficie agrícola del mundo.
No sólo los productores, envasadores, transportistas y distribuidores de alimentos son responsables de esta situación, se calcula que en la Unión Europea los consumidores son los causantes del 42 por ciento del desperdicio.
Los Bancos de Alimentos
La incongruencia de que a la vez que buena parte de la población mundial sufra la lacra del hambre habiendo exceso de alimentos, ha hecho que algunas entidades tomen cartas en el asunto. Así, en 1967 en Estados Unidos surgieron los primeros bancos de alimentos con una doble intención: combatir el hambre y reducir el despilfarro. Con el tiempo, se ha añadido un tercer reto, reducir el impacto medioambiental.
En España, existe la Federación Española de Bancos de Alimentos que se compone de 55 asociaciones sin ánimo de lucro que operan en todas las provincias como auténticas empresas, gestionando los recursos que reciben y con una plantilla de 2700 voluntarios, que en su mayoría son jubilados que aportan sus conocimientos profesionales y su trabajo de manera desinteresada.
Cómo funcionan
El banco de alimentos contacta con empresas que estén dispuestas a donar gratuitamente sus excedentes de alimentos. Las razones por las cuales las empresas crean excedentes son muy variadas: defectos de envasado, de etiquetado, políticas fallidas de marketing, etc… También se reciben productos no excedentarios que algunas empresas donan generosamente.
Además de la aportación de las empresas alimenticias, se realizan colectas de muchos tipos, entre ellos, las campañas de recogida de alimentos en supermercados y de particulares. Las subvenciones y ayudas de dinero mantienen la estructura mínima de un banco de alimentos: una nave de almacenamiento, cámaras frigoríficas, pesas, carretillas, transportes, teléfono, etc. Los alimentos se almacenan, en general por breve tiempo, de forma que estos puedan, ser distribuidos y consumidos dentro de plazos de consumo preferente.
En contra de lo que se podría pensar, los bancos de alimentos no entregan los alimentos a los particulares directamente, sino que utilizan como intermediarios centros asistenciales adheridos a los bancos.
La última campaña que está realizando la Federación de Bancos de Alimentos junto con la Obra Social la Caixa, se denomina Ningún niño sin bigote y consiste en una recogida masiva de leche para los 300.000 menores que más lo necesitan en España. Hasta el 15 de julio se pueden realizar donativos económicos en los cajeros de La Caixa, vía online o por SMS.